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jueves, 11 de abril de 2013

In memoriam.... Hna. AURORA FURONES DÍEZ (RR. Adoratriz)


Micereces de Tera (Zamora), 1 de Mayo de 1940

                       Bilbao 17 de Febrero de 2013

 
“HEME AQUÍ SEÑOR PARA HACER TU VOLUNTAD” Heb10, 7

 
            Con este texto de la palabra de Dios podemos definir la vida de H. Aurora que, fiel a la llamada del Señor, siendo muy joven supo ponerse en las manos de Dios para ir viviendo cada día su consagración como adoratriz.

            Ingresó en la Congregación el 27 de Abril de 1956 en Guadalajara, e hizo los votos perpetuos el 31 de mayo de 1967 en Madrid. Durante su vida estuvo destinada en varias casa entre ellas: Madrid, Avila, Salamanca, Santander, Orense y Bilbao donde vino ya enferma. Todos los oficios que se le encomendaban, los aceptaba con gran espíritu de fe.

            Tenía un carácter fuerte, como buena castellana, pero sabia controlarse y llevar una buena relación con las hermanas y las jóvenes. Era muy hermana y muy de la comunidad. Estaba disponible, ofreciendo su ayuda a quienes la necesitaban y adelantándose a prestar su servicio allí donde intuía que era necesario.

            Era una mujer muy alegre y comunicativa, cercana a los demás. Fácilmente hacía amistad con las chicas, a las que conseguía levantar el ánimo casi de forma permanente, con su gracia y buen humor. Las que vivieron con H. Aurora en la casa preguntan por ella, aunque hayan pasado varios años y la recuerdan como la hermana que reía y lloraba con ellas, les decía las cosas con firmeza y a la vez con cariño, la llamaban cariñosamente “hermana Aurorita”.

            Mantenía una buena relación con vecinos y personas conocidas de la casa, siempre con el objetivo de favorecer a las chicas y conseguir empleo para ellas. En esta cuestión parecía incansable y no perdonaba esfuerzo por conseguirlo, logrando en verdad, que muchas mujeres consiguieran el trabajo. Tenía habilidad para ganar la confianza de los vecinos, que acudían a ella en busca de consejo e incluso para consultarle asuntos de cocina, jardinería  y manualidades, pues en todo ello era muy habilidosa.

            Todos los días daba gracias a Dios por la vida y con frecuencia aconsejaba a las mujeres y al voluntariado que lo hiciese. Ella sabía muy bien lo que significa este gran regalo de Dios, después de sufrir el accidente de Salamanca.

            Era fácil ver a H. Aurora, emocionarse cuando compartía algo de su historia en comunidad, en distintas celebraciones o cuando hablaba a las chicas de la Santa, siempre queriéndoles transmitir una palabra de aliento como si viniese de parte de María Micaela.

            Una hermana comenta, que la primera vez que habló con H. Aurora, después de ser diagnosticada de su enfermedad, decía: “Hasta ahora yo he dado mi vida al Señor como El ha querido, ahora seguiré dándosela, también así, con esta enfermedad y hasta que El quiera. Yo solo tengo que dar gracias a Dios por tantas cosas que me ha dado.”

            Mientras le respondió su salud fue una trabajadora incansable. Además del trabajo en casa, participaba en los talleres de Caritas, siendo muy querida por todos.

            A finales del año 2010, empezó a quejarse de las piernas que no le respondían, dejó de caminar y tenía frecuentes caídas. Desde ese momento, empezó su calvario. Médicos y traumatólogos comenzaron su estudio y en el mes de abril del 2011, se operó de unas hernias lumbares que parecían ser la causa de que no pudiese caminar. La operación fue buena, pero no dio el resultado esperado. La derivaron al servicio de neurología y fue tratada por una gran especialista.

Ante las dificultades para poder ser atendida en Orense como requería su situación, H. Mª Elisa Altadill, Superiora Provincial, ofreció a H. Aurora la posibilidad de ir destinada a Bilbao, destino que aceptó como voluntad de Dios y a donde llegó el 20 de Julio de 2012. Fue recibida con cariño y tratada por buenos especialistas, que pronto diagnosticaron la enfermedad de ELA (Esclerosis Lateral Amiotrofica).
 
            H. Aurora, fiel a su lema de “vivir cumpliendo la voluntad de Dios”, recibió la enfermedad con elegancia espiritual. Durante el tiempo que vivió con nosotras, nunca se le oyó una queja de nada ni de nadie, siempre tenía una sonrisa acogedora, pasaba muchas horas en el oratorio, sentada en su silla de ruedas. Allí, junto a Jesús Eucaristía, encontraba la fuerza para afrontar su deterioro progresivo, que llegó a dejarla inmovilizada, impidiéndole incluso respirar. Las noches las pasaba muy mal, a pesar de tener dos máquinas para aliviarle las crisis, que cada vez eran más frecuentes. Fue ingresada y a los pocos días falleció en paz.

            H. Amparo Álvarez, superiora de la Comunidad de Ourense, al conocer la gravedad de H. Aurora, viajó hasta Bilbao para estar con ella hasta el último momento, acompañándola fraternalmente.

            El funeral fue presidido por el Capellán y el Párroco, resultando muy solemne. La capilla estaba llena de familiares y amigos que, en un autocar, llegaron desde Benavente (Zamora), además de las hermanas de la otra comunidad y varias religiosas de otras Congregaciones y amistades de la casa. Toda su familia acompañó a la comunidad hasta el cementerio de Getxo, donde fue enterrada. La familia quedó agradecida por el cuidado y el cariño que H. Aurora  ha recibido.

            Estamos seguras, que hermana Aurora, goza ya de la felicidad plena e intercede por nosotras, por la Congregación a la que tanto amaba. Descanse en paz nuestra querida hermana.

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